Donde la congruencia se rompe: violencia institucional encubierta

En la opinión de: Rosaura García Muñoz
Se han realizado todo tipo de esfuerzos para disminuir la violencia contra mujeres y niñas. Se sueña con erradicarla, pero aún estamos muy lejos de alcanzar ese objetivo.
Según datos de la ONU, en 2023 unas 51,100 mujeres y niñas murieron a manos de sus parejas u otros familiares en todo el mundo. En México, el 65% de las mujeres viven algún tipo de violencia.
En los últimos años han surgido diversas estrategias para abordar este problema tan sensible: instituciones gubernamentales, albergues, Casas Violeta, colectivos y organizaciones civiles que proclaman trabajar a favor de las mujeres. No se puede generalizar, pero estamos muy lejos de la congruencia entre los discursos de solidaridad y el comportamiento real de quienes los emiten. En muchos centros laborales, son los mismos funcionarios quienes han normalizado la violencia y la ejercen cotidianamente.
Poco se sabe sobre los resultados concretos de las instituciones encargadas de atender la violencia en todas sus formas y modalidades. Valdría la pena conocer con claridad cuál es la metodología que aplican en los espacios donde se brinda atención a mujeres y niñas violentadas.
¿Cómo se miden los resultados?
¿Cuántas mujeres son realmente atendidas?
¿Las estrategias aplicadas buscan transformar las vidas y los entornos familiares, o se limitan únicamente a ofrecer asesorías jurídicas y psicológicas, sin generar un cambio profundo ni una disminución tangible de esta problemática?